miércoles, 2 de abril de 2014

Ilusos.

Recuerda, justo al lado de la esperanza dormías arropada en los brazos de alguien desconocido cada noche. 
Allí dónde dejó de respirar el otoño que perdimos entre risas, creyendo que era un "para siempre" que iba a durar lo suficiente cómo para ilusionarnos. 
O tal vez quién se ilusionó fui yo, dado a que soy propenso a verme envuelto entre las palabras que salen de tus labios. Y no es tu culpa, te lo prometo, suelo embriagarme con tu aire.
También cabe decir que yo no perdí ese tiempo. Aún descansa entre mil recuerdos rotos en el fondo de un baúl con tu nombre.
El problema ha sido la duración de ese "para siempre". Es relativo el tiempo desde que no estás durmiendo conmigo, tal vez sea eso.
A fin de cuentas, tú destacabas por tu sonrisa y la proximidad a toda clase de besos con toda clase de personas, y yo, siempre excluido, había repasado con la yema de los dedos el brillo de tu pelo en más de mil y una fotografía.

Por eso, los ilusos como yo estamos destinados al fracaso.

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